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viernes, 3 de febrero de 2012
Micalleesnuevayork.
Lo reconozco, los días sin ti son precipicios. ¿Pero sabes una cosa? a cada crujido de reloj los kilómetros se vuelven un poco más cobardes, un poco más pequeños. En mi habitación suenan todas nuestras canciones, una tras otra, chocando contra las paredes. Nuestras canciones para el tiempo y la distancia. Entonces, te parecerá de locos, pero cada estribillo es como un abrazo. Un abrazo bañado en salitre, en el puerto de Málaga. Cada estribillo es un golpe de suerte, una sonrisa, un "ya queda poco para vernos". No hay distancia (por grande que sea), ni colisión, ni ley, ni gravedad que nos pueda hacer caer. No hay nada. Sólo la certeza de que me haces grande. Y sin embargo...
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