Ella. La persona que siempre va estar ahí durante todo este camino. Mi cómplice. La que mejor me conoce y me entiende. Es tranquilamente una parte de mí. Da igual que nos intentemos odiar, que discutamos y nos hagamos putadas, porque siempre que la necesite va a venir y viceversa. Sería una perdida de tiempo intentar odiar o dejar de querer a una persona que harías tanto por ella y que le debes tantas cosas. Todo empezó un 17 de mayo de 1998. Me acuerdo de la primera vez que te vi, aunque tuviera apenas cuatro años, parece que fue ayer, pero ya ha pasado mucho tiempo; estabas con mamá en el hospital y yo os llevaba un regalo, la verdad es que no lo recuerdo muy bien, pero sé que esos días estaba durmiendo en casa de la abuela Marcelina y que cuando llegaste fui a abrir la puerta del piso corriendo, papá te llevaba en brazos y yo grite al verte, Yuli, pero papá me mandó callar porque estabas dormida. También me acuerdo que me encantaba ir a despertarte a la cuna y quitarte el chupete, la verdad es que le decía mamá que iba a cantarte una canción para que te durmieses aunque en realidad hacía todo lo contrario. Pasaron los meses y empezaste a andar con el tacatá, suena irónico ahora más bien lo bailas; y paso un año y tú jugabas en el parque que te habían regalado papá y mamá y yo me metía a jugar contigo aunque mamá no me dejará. Cuando tenías dos años empezabas a decir tus primeras palabras en plan "agua" y esas cosas y entre ellas cantabas "Baila que ritmo te sobra, baila que bailame, acercate un poquito salomé" e ibas a gatas por el salón abriendo los cajones del armario, luego sabes para quién era las culpas ¿no?. Pasaron los años y fuiste cantando, recuerdo que cantabas la canción de Beth en el karaoke, la de "Mar en calma en un atardecer y todo vuelve a ser..." y la gente se quedaba flipando porque claro ¡Como podías leer siendo tan pequeña! no se les pasaba por la cabeza que aunque fueras pequeña tenías memoria... Me acuerdo de nuestros sábados mañaneros que poníamos las almohadas de "puente" para pasar de una cama a otra o jugabamos a peleas o chorradas de esas que siempre te gustaban y no me parabas de rumbar hasta que no jugará o por la noche que nos contabamos de que forma estabamos tumbadas cada una... También recuerdo cuando ibamos en el mercedes gris cantando "el mercedes quiere gasolina, dale más gasolina" o cuando no parabas de peguntar "¿Llegamos?, ¿Cuánto queda?" O también cuando te pegue porque me ponías de los nervios y te salió una ampolla que tenías volando. Cuando eras más pequeña decías quiero un yugur en vez de yogurt y me pintabas los libros de clase, aunque yo la cara mientras dormías o simplemente ibas a la cocina por el salero y fuera, tenías un serio problema con el sal... Y año a año, me demuestras como vas creciendo como persona, a poder confiar en ti siempre y a hacerme reír con tus tonterías, obviamente no puedo resumir catorce añazos y espero que sean muchos más. No te puedo decir que no podría vivir sin ti, supongo que sí, pero sería difícil, seguramente más de lo que me imagino; porque aunque no vivamos juntas siempre y quizá todo cambie con los años sabes que no hace falta decir que me vas a tener ahí para cualquier problema que te surja y que las dos lo solucionaremos y venceremos otra batalla de este gran camino, porque de eso se trata ¿no? el típico "Si yo salto, tú saltas" pero en realidad es cierto. ¡Muchisímas felicidades Yulissa! Espero que los disfrutes lo mejor que se pueda porque se pasan rápido. Y ya sabes te quiero, pero a ratos como el sol a su verano.
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