I.
Por las mañanas súper odiosa y por las tardes encantadora. Mis sonrisas y miradas te pueden embobar, y a la vez habrá otras que te espanten. Habrá días que estaré 24 horas contigo, abrazándote, agobiándote, haciéndote reír. Otros, sin embargo, notarás que no estoy aquí, que nada me incumbe y nadie tiene que ver conmigo, esos días te aconsejo que no te esfuerces ni en tocarme. Con el tiempo verás que soy de extremos, que conmigo es blanco o negro, nada de grises, o te quiero o te odio, o algo me gusta o no puedo ni verlo, o me da igual todo o todo me influye. Pero nada de si pero no. También te darás cuenta de que me doy entera a todo, que las cosas, cuando decido hacerlas, las hago dando todo de mi. Que cuando lloro, en ocasiones contadas, es de verdad. Que cuando río, se me sale toda la fuerza en cada carcajada, sin miedo a que me vean ser feliz, que cuando me enfado, lo hago con toda mi energía, que cuando grito, me dejo la garganta y que cuando beso, lo hago como si fuera la última vez. Porque me dejo la piel en hacerlo. Después de darte cuenta de todo eso, tendrás que saber, que cualquier día, a cualquier hora, me puedo ir de tu vida tal y como llegué, sin esperarlo, con fuerza, y de repente. Para ese día ya habrás descubierto que es inevitable cogerme cariño. Pero no te preocupes, cuando me vaya ya me conocerás lo suficiente y sabrás qué hacer para que vuelva.
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