Salió a buscarlo una fría noche de diciembre, con el frío congelándole las pestañas y la nieve haciendo crujir sus pasos y coronando su melena de pequeñas flores de hielo. Buscó en el espacio vacío de sus armarios, en los pequeños huecos entre las sinuosas líneas de las manos, en las cosquillas perdidas por alguna parte de su cuerpo. Buscó sin rendirse en las clavículas cubiertas de besos, y en los besos escondidos en tímidas comisuras. En las manchas de café para dos en la cocina, en los granos de arena de aquella playa azul, en las sonrisas catalogadas, y en las tardes de niebla paseando por el parque...
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