Y quizás ella llegué a estar algún día como estoy yo. Quemando tus fotos, rompiendo tus cartas, olvidando tus palabras. Secándose las lagrimas cada vez que el maldito destino juega sus cartas y ponen en la radio nuestra canción. Y yo ilusa la tarareo hasta que me doy cuenta que era nuestra. De nosotros dos. Y entonces me doy cuenta de que no queda más que eso. Recuerdos borrosos de un ayer perfecto.
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