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martes, 10 de enero de 2012

Micalleesnuevayork.

Tenías nombre propio, amor... Tenías una sonrisa de esas que no se saben poner así como así. Tenías un olor que se restregaba con el viento, y se pegaba en mi ropa los viernes, a las nueve y treinta y tres minutos de la mañana. Te fumaba, amor, te fumaba en ocho caladas y te apagaba en mi cuerpo, jodiéndome a quemaduras, y por eso ahora estoy marcada de cicatrices que sólo hablan de ti. Eras pura dinamita, amor, pero no tenías mecha para que pudiera prenderte, y yo no tenía fuego para poder quemarte las ganas...

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